jueves, 1 de octubre de 2009

Mariposas que no llegan

Sentado en la banca de un centro comercial, espero dormirme entre los pasos de la gente, busco hundirme y dejar de respirar ese veneno que deja el no tenerte, trato de ser más liviano y poder dejar de ser percibido.

Cuando lo logro, ya estoy tranquilo, y los murmullos de la gente se escuchan lejos. No se si me alejo o si la gente se aparta de este zombie que solo busca reposar su alma cansada de tantos tropiezos.

Está exhausta de aguardar un instante en que una mariposa se pose en su mano con todos sus colores y encantos; y le de el toque mágico, aquel que hace a la gente sonreír.

No puedo sonreír, el hada dueña de las sonrisas me la exigió, se la regresé y a cambio me dijo que reclamara en la esquina una lágrima y una bolsa de tristeza.

Hasta ahora sigo sin que me vean, la mariposa revolotea, pasa y no me toca, pero me deja embelesado con sus alas tornasol.

Quisiera escapar y lanzar mi alma al aire para ver si hace metamorfosis y logra convertirse en una de esas mariposas a las que espero sentado con ansias.

Quizás no regrese a la banca donde inicié estas palabras, quizás te sientas como yo, quizás cuando leas esto ya estaré muy lejos, donde nadie me note, donde nadie sienta el latido aletargado de mi encogido corazón, quizás yo al final de todo no era la pizca de fantasía que necesitabas. Quizás cuando todo esto acabe de mi corazón pueda nacer una MARIPOSA.